jueves, 30 de agosto de 2012

Voy a buscar una papelera...

30 de Agosto de 2012

Ya en el avión, de regreso a Europa. Con la mente descolocada y el corazón desordenado. Se acaba el mes más intenso de mi vida, el que más me ha aportado, el que más puede condicionarme el resto de mi vida.

Si hubiera sabido que realizar un voluntariado con unos niños pudiera ser tan gratificante, tan emotivo, tan positivo hubiera venido muchos años antes. Vine a Nepal convencido ideológicamente que era de justicia dedicar parte de mis vacaciones a los que más lo necesitan.
Pensaba que era un acto en el que yo iba a dar, y ha resultado ser al revés. He sido yo el que he recibido. Al que han aportado.

He recibido un máster de la vida impartido por unos mocosos que no tienen nada y que lo dan todo. Que no piden, pero que te regalan amor en cada gesto, en cada abrazo, en cada juego, en cada momento, en cada instante....

Vuelvo. Regreso. Con la cabeza llena de recuerdos. De convicciones. Y con el dolor por alejarme de ellos. Si alguien me pregunta alguna vez sobre realizar un voluntariado en un país como Nepal mi respuesta será muy clara: Ya estás tardando.

La vida son sensaciones e impulsos. A día de hoy, aún aterrizando, estoy loco por volver. El próximo año no quiero ni playas, ni monumentos, ni nada. Quiero volver con ellos. Quiero volver a sentirlos. Quiero ayudar porque hay mucho por hacer. Quiero tenerlos cerca.

Ya estoy en el avión y quedan como poco 11 meses por delante en los que exprimiré cada foto de ellos que reciba. Y me voy con la frustración de no haber dicho en Kathmandu "Voy a buscar una papelera". Si lo hubiera dicho y lo hubiera cumplido, aún estaría allí...


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