lunes, 20 de agosto de 2012

Pun (H)ill

20 de Agosto de 2012

Si algo puede salir mal saldrá mal. Decidimos quedarnos un día más en Pokhara para que Paula y yo pudiéramos hacer parapente. Nunca lo he hecho y la idea de hacerlo sobre los Anapurna y a mitad de precio que en España es algo que me atraía.

El tiempo lo impidió. Estuvo lloviendo toda la mañana y el día estuvo tremendamente nublado. Ya desde las 9 de la mañana teníamos claro que no sería posible y buscamos planes alternativos que resultaron ser un relativo fracaso. Una visita al monasterio tibetano de Pokhara que por su tamaño nos supo a poco o nada. Un paseo por el antiguo Bazar que de pequeño resulta irrisorio y un vistazo al nuevo Bazar que no tiene nada de encanto y si lo tuviera la lluvia se lo quitaba.

Por si esto fuera poco me encontré bastante mal. No sé si fue el cansancio acumulado, el frío tras la lluvia del día anterior o un cúmulo de vete a saber tu que cosas que me pasé desde las 10 hasta las 4 de la tarde tirado en la cama de nuestro hotel, el Pun Hill.

Y claro, tantas horas en la cama y en la habitación hacen reflexionar y pensar. Recapacitar...

De este viaje creo que personalmente voy a sacar dos conclusiones. Más que conclusiones aprendizajes.

La primera es que la vida hay que tomarla con más calma, mayor serenidad, más análisis y un poco de tranquilidad. No necesariamente a través del camino de la meditación, que se lleva mucho por aquí, sino por el camino de la reflexión.

La segunda es la firme intención que tengo de que mi mente sea el epicentro de mi cuerpo. Que la mente domine mis necesidades y yo sea quien controle a la mente. Quiero controlar mis impulsos, especialmente los supuestamente placenteros, del estilo de fumar en determinados momentos, comer ciertos pseudoalinentos o quedarme tirado en el sofá sin hacer nada ante una supuesta sensación de cansancio cuando realmente es pereza.

Obviamente sobre los sentimientos seguiré dejando al margen a la mente, que para eso está el corazón :)

Son las cosas que a día de hoy me deja este viaje y esta experiencia con los nenes. Huella ha quedado, en España veremos si profunda o no. O cuánto de profunda. En todo caso en mi cabeza sólo hay una cosa que da vueltas...

¿Vuelvo el próximo año a Nepal?



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