viernes, 18 de enero de 2013

4 meses y medio después....

Lo que me ha cambiado la vida 4 meses y medio más tarde de mi viaje a Nepal. El voluntariado me dejó tocado. Muy tocado. Muchas noches me despertaba y no lograba volver a conciliar el sueño pensando en los niños. Pensando en cómo estarían. En cuánto me echarían de menos.

En todo este tiempo he contactado con voluntarios que han estado en la casa después de mí. Y se acuerdan. Los niños se acuerdan. Enseñan mis fotos. Me tienen presente. Me tienen en su recuerdo. ¿Cómo no van a recordarme si los voluntarios somos su mayor alegría? 

Los adoro, los quiero, los amo. 
Los echo infinito de menos.
Estoy loco por volver y espero hacerlo este verano. 

Desde aquí, desde el primer día, intenté ayudarlos. Namasté, la ONG con la que fui, pasó de mi. Pasó de mi, y del resto de voluntarios y de todo lo que no sea dinero. Para ir de voluntario pagué a Namasté 400€ de los cuales 240€ deberían haber llegado a Hetauda. Sólo llegaron 60€. A partir de ahí, yo ya no interesaba. Mi ayuda no era interesante. Ni que yo contara lo que había visto. A Namasté sólo le interesaba el dinero. Ellos sabrán porqué. Y para qué.

Sin poder olvidar a los nenes, antiguos exvoluntarios de Namasté -hartos de que la ONG pasara de nosotros- hemos dado un paso al frente. Llevamos a esos niños marcados a fuego en nuestro corazón y no podíamos olvidarlos. Hemos montado nuestra propia ONG. Sin intereses. Transparentes. Sin protagonismos.

Nos hemos asociado con Eduvision,  la ONG Nepalí que conocimos allí y hemos creado Nepal Sonríe - Eduvision Spain (www.nepalsonrie.org). Con muchas ganas de hacer las cosas distintas. Con un proyecto real y con nombres y apellidos, las de aquellos niños y niñas que conocimos en Nepal.

En Nepal Sonríe no tendremos asalariados, nadie se llevará ni un duro. Publicaremos todas las cuentas. Ninguno nos pagaremos un viaje a Nepal con las donaciones ni nada por el estilo. Tampoco permitiremos que los voluntarios que vayan se sientan como yo me sentí. El voluntario que vaya con Nepal Sonríe pagará allí en mano. Diréctamente. Nada de intermediarios, para que no tenga duda de a dónde llega el dinero. Y por supuesto recibirá mucho apoyo y sabrá a dónde va. Que nadie vuelva a tener la sensación que yo tuve el primer día.

Es un proyecto al que le dedicaré todas las horas que haga falta. Es mi segundo voluntariado. La oportunidad de ayudar a lo grande. No me ha bastado con ayudar a los más desfavorecidos durante quince días, ahora tengo la necesidad interna de hacerlo durante el resto de mi vida. En ello estoy.