domingo, 26 de agosto de 2012

Todo un planeta para entrenar

26 de Agosto de 2012

Pues nos acostamos lloviendo y para mi que toda la noche estuvo lloviendo. Tal era el ruido del agua (dormimos en unas tiendas de campaña enormes con camas y una chapa de tejado) que tuve que dormir con tapones y todo.

Mi sorpresa fue enorme al salir por la mañana y verlo todo seco. Tampoco caía ni una gota. El emplazamiento es idílico, y lo que oímos durante toda la noche era el río y sus rápidos. Que gozada un país donde lo que no te deja dormir es la bravura del agua.

Con las aguas bravas me quedo, porque hoy el deporte elegido era Rafting. Si señor, Rafting entre estas maravillosas montañas y en pleno Monzón. Tal es el caudal que llevan los ríos que durante el periodo monzónico cierran el 95% de los ríos del país para la práctica del Rafting. El nuestro debido al caudal era de nivel 5.

Yo había hecho dos veces Rafting en España, pero visto lo visto lo que hice en España no se si fue en un Jacuzzi o en una bañera. Lo de aquí está a otro nivel. Mi prioridad era no caerme y acudí en varias ocasiones a agarrarme a la Chicken Line, pero oyes, lo que no quería era tener percance alguno.

Paula se lo pasó en grande. La verdad es que muchos rápidos eran impactantes y si no te agarrabas salías despedido... Al final acabamos en una playita, comimos allí y la vuelta fue insufrible porque volvimos 14 personas en un minicamión, hacinadas en el remolque, que más que personas parecíamos ganado.... Nepal style!!!

Tras llegar al Last Resort me dio por salir a correr. No estaba cansado y tenía muchas ganas de hacer ejercicio. Y resultó toda una experiencia. Debe ser que por estos lares no se lleva y lo mismo era la primera vez que veían a alguien corriendo, pero me sentí como un ciclista a punto de ganar la etapa reina del Tour.

Si me adelantaba un autobús la gente de dentro se asomaba y me daba ánimos. Los niños con los que me cruzaba me saludaban, me aplaudían e incluso se ponían a correr detrás mío. La gente se me quedaba mirando asombrada, incluso se asomaban a las ventanas de la casa para verme. Muchos adultos me sonreían y me animaban... Incluso hubo tres nenes en plan espontáneo que intentaron frenarme!!!

Sobre la carrera... Pues empecé muy bien, era cuesta abajo, pero con las rampas que hay aquí fue imposible mantener el ritmo. Las rampas y las circunstancias que estamos a unos 3000 metros de altitud y el oxigeno escasea. Llegué hasta que un río interrumpía la carretera y claro, no es lo mismo vadearlo con un autobús que corriendo, así que di media vuelta.

En total fueron poco más de siete kilómetros y me quede a 10 kilómetros de la frontera con El Tíbet. Nunca olvidaré este entrenamiento por la belleza de su paisaje, por la dureza del recorrido, por las condiciones que supone correr a esta altura pero, sobretodo, por la reacción de la gente.





No hay comentarios:

Publicar un comentario