domingo, 19 de agosto de 2012

De nosotros

19 de Agosto de 2012

Quizá la intensidad de este viaje y la cantidad de tiempo dedicado a los niños nos había impedido dedicarnos tiempo a nosotros. A hablar de otras cosas que no fueran el país o los nenes.

Pokhara, donde estamos ahora, es el lugar ideal para que un occidental pueda desconectar. La ciudad tiene un tranquilísimo lago que es el origen en sí de la ciudad. Pero toda la calle que bordea el lago y la calle principal que baja hacia el mismo parecen vetadas a nepalíes. Prácticamente sólo se ven turistas por las calles y todo está lleno de agencias de viajes, tiendas de souvenirs y restaurantes. Los precios vienen a ser el doble de caros que en el resto de Nepal.

(Paula dice que si viviera en Nepal ya tendría claro donde vivir. Qué diferentes somos, yo jamás viviría en Pokhara si viviera en Nepal.)

En estas condiciones ha sido el día que más hemos hablado de nosotros y entre nosotros. Más nos hemos reído con las anécdotas del viaje y nos hemos tomado las cosas con mayor tranquilidad.

La principal atracción turística es el lago en sí. Alquilas una barca y vas hasta el centro del lago que tiene una islita con un templo. Luego continúas remando y llegas hasta la otra orilla del lago. Allí comienza la ascensión a una montaña que tiene en la cima la Estupa más bonita que hemos visto hasta ahora. Normalmente la gente sube en una hora y dedica otra hora entre ver la Estupa y bajar. Nosotros estuvimos cinco horas. La calma, el Monzón y la serenidad nos lo hizo tomarlo con tranquilidad, sin prisas.

En ese paisaje tan idílico, plena selva con un lago espectacular. Te acuerdas de personas. De personas que han pasado por tu vida, que ahora están o que deseas que estén. Te imaginas en el lago con personas con las que te gustaría compartir estos momentos. Con las que serías aún más feliz disfrutándolo.

Este viaje, que ya emprende su recta final, se hizo para vivirlo al minuto. Sí, he hablado de trabajo y de mi vida, pero he desconectado totalmente. El viaje, el país, es una constante sorpresa. Un sinfín de sensaciones nuevas y de grandes contrastes. Un viaje al pasado con unos paisajes espectaculares.

Y encima, disfrutado en compañía, sabe mejor.


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