miércoles, 22 de agosto de 2012

Patan sin tilde en la a

22 de Agosto de 2012

Levantarse a las 5 de la mañana para coger un avión que te lleve a ver la cima del Everest no es algo que se haga todos los días. Con esa intención nos levantamos y fuimos junto a Yolanda al aeropuerto, allí nos juntamos con otras cuatro chicas malagueñas muy agradables que habían compartido proyecto con Yolanda.

Con casi una hora de retraso, nos avisan que tan solo se pueden ver tres picos. El Everest y dos más. Nada de ver toda la cordillera. Que el resto está cubierto por las nubes.
Paula y yo, con una semana más por delante, nos echamos para atrás. Es probable que dentro de una semana haya menos nubes, aunque tras haber visto las fotos no creo que lo hagamos: Tres picos saben a bien poco.

Una vez de vuelta nos despedimos de Carlos y Leyre, la pareja que va a Hetauda a hacer el voluntariado. No sé si les habremos transmitido bien la información, les habremos asustado o motivado o qué imput habrán recibido, pero creemos que para que el proyecto tenga cierta continuidad es clave que de un voluntario a otro se transmitan consejos y dificultades.

Decidimos abandonar el hotel Potala e irnos a uno con algo más de higiene por centímetro cuadrado y tras realizar el cambio de maletas nos dirigimos rumbo a Patan, antigua capital del reino y pegandito a Kathmandu (2.70€ el taxi).

Patan me sorprendió. No sólo por estar repleto de templos, sino porque vimos el Nepal de gran ciudad que no se ve en Thamel, el barrio turístico de Kathmandu. El ver a los perros vagabundeando porque aquí nadie les hace caso. A la gente vendiendo cosas de toda índole ya que al no poder dedicarse a la agricultura algo han de comer. Ver a las adolescentes lavándose el pelo y el cuerpo en las fuentes públicas (lo hacen tapadas de pecho para abajo, el pudor por encima de la higiene). Y observar a niños recogiendo agua para sus casas aprovechando la lluvia.

Son cosas de la España del antes de ayer y del Nepal de hoy y el de mañana. La religión y las costumbres, como lo fueron en España, son un freno para el progreso. Kathmandu es una ciudad al borde del colapso que va camino de convertirse en un pequeño Bombay. Mucha gente, poca comida y menos trabajo. Las soluciones son-seguro- muy complejas. Pero la contaminación, la suciedad, la muchedumbre, las tradiciones y castas, la falta de perspectiva futura y el desorden son un coctel explosivo.

Y eso que nosotros, de Kathmandu, al final, sólo vemos tres picos. Miedo me da conocer la realidad de la casta más baja y poder ver esta cordillera que no tiene nada de esplendor, sino miseria.



No hay comentarios:

Publicar un comentario